Estamos condenados

Las resoluciones de fin de año están condenadas a fracasar. No soy un pesimista, todo lo contrario, pero la realidad que se nos presenta en estas fechas es tan cruda que ni el mejor mitómano puede taparla. Apoyo las resoluciones de fin de año, personalmente nunca las hago, pero las aplaudo, me parecen un gran incentivo para el cambio que se busca. Aplaudo la proyección de nuevos planes, los balances y toda la parafernalia que…

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